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Dn. Diego Barrientos y su hermano Dn. Dionisio propusieron el volber atras para ver si descubrian algo. Los acompañó su sobrino Narciso Miranda, mi muchacho [1] Manuel


  1. La mencion hecha por Menendez de este valiente muchacho aun que al parecer insignificante, nos obliga sin embargo a ocuparnos de un episodio histórico de importancia, i a pesar de que no se refiera a los viajes de que nos ocupamos, sino a los que el autor hizo posteriormente a Nahuelhuapi i a los primeros que se emprendieron a este lago en nuestro tiempo.

    Corria en Calbuco i Chiloé de años atras la tradicion popular que vivia aun en Huelmo, punto situado entre Calbuco i Puerto Montt, un miembro anciano de la familia de los Olavarria que habia acompañado a Menendez a la edad de catorce años como su fámulo para ayudar a misa. Los beneméritos fundadores de la Colonia de Llanquihue, Vicente Perez Rosales i Francisco Geisse, deseosos de fomentar por todos los medios posibles la naciente Colonia, consideraron mui importante este hecho que prometia restablecer la comunicacion perdida desde el último viaje de nuestro autor (1794) con el lago de Nahuelhuapi. La historia de este lago, que recuerda rasgos tan sublimes, habia estado hasta aquella época íntimamente ligada a la de Chiloé. El camino que se trataba de volver a hallar ofrecia un nuevo horizonte a la Colonia i a todo el Sur de Chile por abrirles una ruta interoceánica espedita por el valle del rio Negro. Llamaron pues en 1855 al anciano Jose Antonio Olavarria i le encomendaron guiar una espedicion al lago, capitaneada por su mismo nieto Vicente Gomez i el jóven aleman Felipe Geisse. El débil anciano desempeñó su comision a satisfaccion, llegó a las alturas que rodean el puerto del lago, pero no acertó a efectuar la bajada, sea por falta de fuerzas, sea por habérsele olvidado los detalles. Es indudable que estaba en jeneral bastante bien orientado. El año siguiente, el que escribe estas notas se hizo cargo de otra espedicion, asociando a ella al ilustrado Fernando Hess, quien se distinguió tanto por su plano i vistas inmejorables. Jose Antonio Olavarria, un anciano venerable e intelijente, estaba presente tambien para embarcarse con la espedicion, pero se enfermó de modo que tuvo que quedarse. Posteriormente siguió don Guillermo Cox a la Patagonia por el mismo camino ya abierto por esta iniciativa, en que cupo, segun acabamos de ver, una parte esencial al supuesto asistente antiguo del Padre Menendez. Cox conoció tambien a Olavarria [n 1]. Se presenta pues aquí la cuestion, si Manuel Barria el muchacho


  1. Véase informe de Francisco Geisse El Araucano, julio 21 de 1855. Fonck i Hess. Anales de la Univ. 1857 p. 1. G. Cox l. c. p. 10 i 25.