América. Su existencia como ciudad no ha sufrido interrupcion desde su fundacion, bien que su marcha no haya sido próspera. Estas circunstancias debian haberle asegurado una vasta zona de dominio. Vemos que el tratado de límites de 1881 ha cercenado ésta en gran parte i que hoi dia las pretensiones arjentinas amenazan reducirla casi a cero.
Desde la época del descubrimiento de Chiloé hasta la presente Castro ha sido el centro de sus misiones. Las construcciones de los jesuitas i franciscanos del siglo pasado o han desaparecido o se hallan en ruina. La Iglesia parroquial, construida en 1657, que Astaburuaga supone existente [n 1], fué destruida por un incendio en 1772, usándose desde entónces la Iglesia del colejio de los jesuitas [n 2]. King i Fitzroy (1835) [n 3] representan ésta como un edificio estenso, ya medio ruinoso, de un estilo sombrio, peculiar a todas las iglesias de Chiloé construidas de tablas de alerce. Desgraciadamente no existe ya, i no fué su estado ruinoso el que la hizo caer, sino un incendio que la destruyó en 1861 [n 4]. En 1857 el mismo elemento voraz del fuego, que es tan desastroso para las poblaciones de Chiloé construidas todas de madera i que ha hecho recientemente nuevos estragos en Castro, incendió tambien el convento de los franciscanos. Este fué reedificado en mejor pié i al abrigo de nuevos incendios.
Aunque Castro haya cedido su rango de capital a Ancud i le sea inferior en poblacion e importancia comercial, es siempre el emporio de aquella rejion mas poblada i rica del Archipiélago, que se comprende bajo el nombre el Interior de Chiloé. La ciudad está situada en un hermoso llano a orilla del riachuelo Gamboa, cuyo nombre recuerda a su fundador; en frente de ella se estiende la ensenada del mar, que es algo angosta primero, pero se abre mas afuera formando una bahía anchurosa, que abraza numerosas islas grandes i pequeñas de perfiles suaves i de una verdura primorosa; estas islas están completamente cultivadas i ostentan un sinnúmero de casas i campanarios; los tranquilos brazos de mar que separan las islas, deslizándose por medio de ellas en vueltas caprichosas, son surcados por embarciones en constante movimiento: hé aquí un conjunto que forma un cuadro risueño i encantador que con razon es el orgullo de Chiloé. Las admirables facilidades que ofrece esta comarca a la navegacion, i su densa poblacion le auguran un gran porvenir comercial e industrial. Es tiempo ya que Chiloé despierte de su largo sueño durante el coloniaje i mas de medio siglo de gobierno patrio.