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tural que las dos naciones, que se hallan en conflicto, son pueblos hermanos, ha estallado con fuerza. Deseemos que este poderoso impulso hácia la conciliacion sea seguido ahora por el acatamiento de la venerable sombra de Menendez para sellar la paz definitiva.

Para hacer efectiva ésta se necesita únicamente que los gobiernos respectivos faculteni ordenen a los Peritos a obrar libremente con prescindencia de todas las consideraciones políticas i en obediencia solamente a su ciencia i conciencia. Procediendo ellos, en virtud de esta instruccion, conforme a las leyes de la orografía, colocarán el hito en las rejiones cuestionadas del Lacar i Staleufu sobre el paso interoceánico. Desde la cumbre de este paso brinda Menendez la palma de la paz a las dos naciones.

Este mismo hito será un monumento erijido a nuestro ilustre Menendez como tributo de gratitud i en celebracion de su centenario. A diferencia de los altares levantados a la memoria de los Filenios por los cartajinenses, será erijido por el concurso de los dos pueblos limítrofes igualmente agradecidos e interesados en la conservacion de la paz. Será esta una prueba inequívoca, que el jénero humano, estando en los albores del siglo XX, se halla en un grado de civilizacion mui superior al de la antigua Cirene i Cartago.

Si por el contrario predominara siempre el culto del fantasma andino, habriamos de confesar que el adelanto de nuestra civilizacion actual es mas aparente que verdadero.

Quilpué, Enero 1.º de 1896.