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lena huillihuincas son en substancia las mismas que ha dado a V. S. el soldado. Mi amigo el cacique Maquemunay seme ofreció a llevarles una carta, y aun la víspera de nuestra retirada (que él no sabia) me dijo que la llevaría. Por lo que dicen los indios, me parece que hay al sur de Nahuelhuapi poblacion de españoles, distinta de los establecimientos de la costa patagónica; pues en estas dicen que hay muchos caballos y ovejas, y en la que está al sur de Nahuelhuapi no hay vacas, sino muchas ovejas, cabras, cerdos y caballos. Esto lo oí decir a muchos indios, y todos dicen que los huillihuincas no tienen vacas, y que en los demas son mas ricos que los de Chiquito-Buenos Ayres.

Propuse al cacique Manquemunay el ir con su amigo que él llama hermano, a verlos, y me respondió que habian muchos enemigos en el camino, y particularmente un cacique enemigo suyo, cuyos sujetos le habian robado algunos caballos despues que nos apartamos el año pasado; y estos mismos indios impedian a los huillihuincas el apartarse de sus tierras. Estas noticias nos las comunicaron el dia 10 de Febrero y se continuaron los demas dias que se ofrecia hablar con los patagones, aunque ninguno habia estado allá, solo el que se ofrecia llevar la carta hacia cinco años que los habia visto, y un indio con su mujer. Es cuanto puedo decir a V. S. sobre el particular.

San Cárlos de Chiloe, 18 de Marzo de 1794.

(firmado) Fray Francisco Menendez

    No nos da ningun detalle nuevo, a no ser que el hermano-amigo de Mancúuvunay, quien al parecer acababa de llegar de los Huillihuincas, habia estado allá hacia cinco años, espacio de tiempo probablemente mas largo aun por el cálculo poco fiel de los indios, de modo que se encontraria con las poblaciones australes de la Costa existentes todavía o desalojadas poco ántes.

    Es sensible ver que los trabajos literarios de Menendez cierren con este documento poco notable, que contrasta con el espíritu de los "Diarios" de nuestra Coleccion, en que la leyenda de los Césares figura solo de un modo mui secundario. Creemos que, si se ocupó de ellos de preferencia en sus diarios oficiales, fué por complacencia a su jefe, el virei D. Fr Gil y Lemus.