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El Lúnes santo a la tarde fué la visita y nos desembarcamos. En el mismo dia pasé para Lima y llegué al hospicio que nuestro Colegio de Ocopa tiene en el convento de Jesus casa grande de la Religion de N. P. S. Francisco de la ciudad de Lima, entre


    Desde el fin del segundo viaje a la Cordillera es esta la primera vez que Menendez vuelve a mencionar el gobernador D. Frascisco Garoz comunicándonos su muerte repentina en Lima. Cuando aquel volvió por primera vez al Perú en abril de 1790 habia dejado en Chiloé a su caro amigo Garoz. Pocos dias ántes habia, tocado a este funcionario celebrar en San Cárlos con una pompa i solemnidad realmente imponentes la proclamacion de Cárlos IV como rei de España. Moraleda nos ha legado la descripcion animada de esta fiesta [n 1]: Fué este el último resplandor del sol que alumbró el inmenso imperio colonial de España, que poco tiempo despues, por la incapacidad de este mismo rei, principió a entrar en decadencia que ha seguido su marcha fatal hasta el dia de hoi en que la desgraciada Metrópoli acaba de perder la última de sus Colonias.

    No conocemos la fecha exacta en que Garoz dejó Chiloé i se trasladó a Lima; sabemos solo que es anterior a noviembre de 1791, mes en que Menendez salió a su segundo viaje con la licencia del nuevo gobernador Pedro de Cañaveral.

    La muerte del benemérito coronel Garoz no implicó solo una pérdida mui sensible para Menendez, sino que reveló cierto aire trájico por las circunstancias especiales en que acaeció, las que en la mente devota de la Colonia del siglo pasado debian producir una impresion profunda. El autor conmovido dedicó a su memoria un ensayo poético, al parecer un soneto incompleto, que refleja estos sentimientos de fervorosa piedad. Hemos aludido ya en el "Prefacio" del l.er tomo p. X al hallazgo casual de estos versos, que no habian tenido colocacion en el testo, junto con el lindo diseño de la piragua, que ya conoce el lector, i un título no mui bien ejecutado para sus "Diarios", en la tapa del manuscrito hecha de algunas hojas pegadas una encima, de otra, entre las que el autor los habia dejado cubiertos; con el tiempo estas hojas se despegaron, asomando a la luz esas preciosas piezas, relegadas por él mismo a un olvido perpetuo, tal vez por no satisfacerle su ejecucion i por faltarle papel para la topa. Aprovechamos la ocasion para intercalar este modesto trozo literario con su dedicatoria:

    A la feliz suerte (que christianamente se debe juzgar) que le cupo al señor D.n Franco Garos coronel de los R.es Egercitos de su M. quien estando oyendo la feria en el convento de S.to Do-


  1. l. c. p. 253.