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Manquemunay, que por este motivo quisieron matarle dichos pehuenches; y que habiendose retirado dicho religioso para esa provincia con intento de juntar mas gente para volver esta primavera a las referidas tierras, han hecho junta los pehuenches con los puelches en la que acordaron que luego que entren los de Chiloé darian contra ellos, y que se cerrase enteramente dicho portillo, pues solo permiten y son gustosos dar el paso franco por la parte de esta plaza para donde gustasen ir; lo que pongo en noticia de V. S. para su gobierno y conocimiento, lo que igualmente tengo hecho al Sr. Capitan General del reino, para que en ningun tiempo resulten cargos a este gobierno sobre la materia [1].


  1. La protesta de los pehuenches contra la entrada del padre Menendez por el nuevo paso i su peticion que este se volviera a cerrar, manifiestan la enerjía con que los indios velaban por mantener la integridad de su dominio. Es otro ejemplo de su costumbre observada rigurosamente, i a la que hemos aludido ántes, de exijir que la entrada a sus tierras fuera precedida del permiso de su dueño. Que esta se hiciera por un camino nuevo i por un lado por donde no se hubiera tenido comunicacion desde tiempo inmemorial, debia ofenderlos mas aun.

    Los pehuenches, amigos fieles de los españoles de Valdivia, a los cuales se guardaba toda clase de consideraciones para contrapesar mediante ellos a los araucanos, elevan por eso su queja al gobernador de Valdivia, quien a su vez se apresura a hacerse órgano suyo para con el gobernador de Chiloé.

    El paso que los pehuenches ofrecieron dejar libre por el lado de Valdivia fué probablemente el paso de Ranco o Lifen, el mismo que Villarino se habia propuesto atravesar i que ha quedado libre hasta nuestro tiempo.

    La, protesta de los indios contra la entrada de Menendez me trae a la memoria otro incidente mui análogo sucedido con motivo de nuestra espedicion a Nahuelhuapi en 1856, de que he hecho mérito.

    Se recordará que ella fué la primera que desde el tiempo de Menendez avanzara hasta el lago i que no habiendo encontrado vestijio alguno de habitantes, prendimos una gran fogata en la península de San Pedro para darles, en caso de haberlos, una señal de nuestra venida; supusimos que ella hubiera pasado desapercibida. Sin embargo nos equivocamos, porque algun tiempo despues supe por el injeniero D. Francisco Geisse, en aquel entónces intendente interino de lo Colonia de Llanquihue, que D. Juan Renous, su suegro, un vecino prestijioso de Osorno i amigo del famoso