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El punto blanco se cernía sobre su frente y presentaba mas brillo á la aureola que la envolvía.

El Doctor permanecía atónito.

Aquella alma, aquel punto blanco, iba á bañar el espíritu de la jóven Marcialita.... Creeis que esto desagradaba al Doctor?

En el momento en que el lumen etéreo iba á posarse en la frente de la hermosa, se oyó un ruido tremendo, como si todas las rosas de Marte, y sus cataratas y sus volcanes, y sus tormentas hubieran estallado en misterioso consorcio, y una vision terrible, apareciendo súbitamente, nos envolvió en sus resplandores verde-azules.

¿De dónde había salido? ¿Qué era lo que le traia?

¡Pobre Doctor!

—"Seele! Seele!" exclamamos horrorizados.

Una carcajada del infierno resonó bajo el dosel del festin, y precipitándonos hácia el génio de la montaña, procuramos apartarlo de nuestro círculo.

Todo fué inútil. Seele había desaparecido á nuestro primer movimiento.

Sobre su mano impía había brillado un instante el punto blanco. Seele era el génio del mal. Seele había arrebatado la primera, la última, la única de las ilusiones del Doctor, en cuyo rostro se deslizaron dos gruesas lágrimas que brillaron intensamente bajo la reverberacion de las aureolas.

¡Pobre Doctor! se empezaba á cumplir la amenaza de Seele.