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—"Que un punto blanco... ah!... cuya inmensa atraccion..."

—"Oh no teneis nada, Doctor."

—"...cuya inmensa atraccion me dominaria... sería mi alma complementaria."

—"Cómo! entónces vuestra alma no es sino un fragmento?"

—"Nó, pero necesita fundirse en otra alma; y creo que precisamente aquel blanco cuyo suave descenso agita mas mi espíritu, es lo que falta á la mia."

—"Sinembargo, Seele os ha amenazado!"

—"Sí, señor Nic-Nac; pero la fusion de las dos almas determinará mi emancipacion."

—"Y desde cuando estais destinado á amalgamar con otro vuestro espíritu?"

—"No me lo ha dicho Seele."

Ya el resplandor del espíritu imájen se confundía con nuestraa aureolas.

Como una nube de incienso que brota en el altar, lenta y hermosa, la vision se aproximó tanto á nosotros que nos sentimos atraidos por una fuerza particular que nos obligaba á contemplarla.

¡Qué dulce palidez! ¡qué suave resplandor! ¡qué bellos deben ser los cuerpos en que habiten esas almas!

Razon tenía el Doctor para admirarla tanto.

La preciosa jóven experimentó una nueva convulsion.