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phopolis, pero no os he dicho que entre las hijas de nuestro huesped había una, con especialidad una, que no sólo llamó toda mi atencion, sino más, y muy particularmente la del Doctor, quien no pudo menos de permanecer absorto contemplando tan extraña belleza.

Era esbelta y graciosa, pero con esa gracia de las estrellas que dominan como el infinito, y la voluptuosidad de sus curvas, contrastaba singularmente con la majestad serena de su fisonomía.

Al verla, hubierais dicho, mortales de la Tierra, que alguna vez habeis soñado una imájen vaporosa y etérea que os arrastraba hácia un mundo desconocido, y que aquella mujer, tangible y accesible, serena y majestuosa, era la imájen fiel de vuestro ensueño.

Nó lo dudo. La. Naturaleza ha adornado nuestro espíritu con el supremo don de personificar las ilusiones, creando una forma, vaga es cierto, pero que al fin es forma, á la cual le damos vida, movimiento y alma.... presentimiento talvez de imájenes futuras.

El Doctor contemplaba absorto la bella aparicion y experimentaba quizá uno de aquellos vértigos sin nombre, que nacen en el espíritu, lo dominan, lo arrebatan, y lo amalgaman con el objeto de la contemplacion; pero volviendo en si, despues de aquel primer éxtasis, dirijió la vista al cielo...... y no vió el punto blanco que antes lo atraía. Las