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—"¿Me hablabais, señor Nic-Nac?" preguntó el Doctor. 

—"Sí, pero no sería fácil repetir mis palabras."

—"Como gusteis."

—"Continuad."

—"Cierto dia," prosiguió el cicerone, "se oyó en Theopolis un ruido extraño,—algo como una vibracion sonora é incesante que despertó vivamente la atencion de los Sophopolitas, quienes en aquel momento observaban el paso de la Tierra por el Sol con todo el escrúpulo de excelentes astrónomos. El disco de la Tierra entraba ya en tangencia con el Sol cuando se oyeron los ruidos extraños...... "

—"¿Campanas?"

—"Como os plazca.—Abandonando todos ellos los instrumentos, corrieron á Theopolis, y como las mujeres y los niños no habian de quedar sólos, corrieron tambien detrás de aquellos. La aglomeracion crecía por grados. El ruido cesó despues de muchas horas y cada cual volvió entónces á su barrio;—pero, oh desdicha! cuánta cosa se había perdido! la Tierra había cruzado ya el disco del Sol, y se alejaba gradualmente de él. ¿Creeis que aquí empezaban y terminaban los sinsabores? No lo creais; —recien comenzaban, porque muchos Sophopolitas buscaron á sus esposas, á sus hermanas ó á sus hijas.......... y no las hallaron."

—"Sabinas Marciales, eh? Nic-Nac?"

—"Sí, Doctor, pero con campanillas."