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politas;—afables, instruidos, serviciales, se atrajeron despues su simpatía.

Sus relaciones aumentaron, y con ellas, las obligaciones mútuas.

Los Sophopolitanos vieron á sus iguales en los habitantes de Theopolis, y estos, allá en el fondo de sus esperanzas, hallaron un inferior en cada Sophopolita.

Sumerjidos siempre estos en sus profundas investigaciones, no oponían un dique á los progresos de aquellos, y cuando ménos lo pensaban, hallaron que la mina iba á estallar y que no tenía remedio. ¿Habeis visto las mujeres de Sophopolis?"

—No! ¿Cómo son?"

—"Hermosísimas. Parece que toda la belleza posible se hubiera condensado en esos cuerpos, en esos rostros, en esos ojos, en esas almas..."

—Héh! alto ahí, amigo cicerone, no os entusiasmeis tanto; dejad algo para nosotros que aun no hemos tenido ocasion de observarlas, ni de absorverlas, ni de mirarlas. ¿Qué opinais, Doctor?"

—"Alma del alma que nadais en un cielo de ilusiones, venid á mí!" exclamaba entre tanto el Doctor, que en aquel momento contemplaba el punto blanco, cuyos espirales iban reduciéndose cada vez mas.

—"Bien, continuad; pero......¿y el gato negro?"

—"Miáu! Miáu!."