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acercó tambien, y extendiendo la mano sobre la pálida momia, le preguntó:

—"¿Habeis amado á vuestro prójimo como á vos mismo?

—"Sí, he 'vivido siempre en Sophopolis."

Allá en el fondo del corazon de los Theopolis, esta contestacion se clavó como un dardo envenenado, y haciendoles refluir toda la sangre á la cara, se vió, que en lo mas profundo de su palidez, asomaba el mas pálido de los rubores.

—"¿Habeis sido hipócrita, falso, perjuro y traidor?" preguntó el sacerdote.

—"Nó, he vivido siempre en Sophopolis."

Y allá en el fondo del mas pálido de los rubores, se vió una nube negra, como si fuera la gangrena del alma.

—"Si ello es así," continuó el Gran Sacerdote, "podeis volatilizaros."

—"Vaya una manera original de señalar el término de la vida!"

—"Me acaban de decir que en esta ciudad no hay cementerio."

—"Y los cadáveres?"

—"Veremos lo que sucede con este."

¿Habeis visto lector una gota de agua caer sobre una plancha metálica candente, y despues de tomar la forma de una esfera, girar con rapidez, y perderse poco á poco?