Página:Viaje maravilloso del Señor Nic-Nac - Eduardo L Holmberg.pdf/63

Esta página ha sido validada
— 63 —

La hora llegó por fin, pero llegó desde la Tierra.

Marte y la Tierra, hijos del Sol, chispas de un incendio planetario, esperaban juntos la hora suprema.

La hora sonó por fin, pero sonó en la Tierra.

La humanidad Terrestre se había detenido tambien en la senda del progreso.

Un hombre como todos los hombres, levantó la voz entre los hombres, y su palabra, palpitando de siglo en siglo, ha llegado hasta nosotros y llegará hasta la última generacion y llegará hasta el último momento de los siglos.

Sembró en la humanidad una idea, y la humanidad, suelo fecundo donde todo germina, la ha multiplicado indefinidamente conservándole su naturaleza inmutable é inmarcesible.

Tas fué Jesu-Cristo, tal el carácter de su doctrina.

Pero aquella humanidad que había recibido el supremo de los dones, juzgó necesario crucificar á aquel hombre que le había dicho "Ama á tu prójimo como á ti mismo," y le crucificó.

La tierra guardó su despojo mortal, pero la Tierra no podía encerrar su espírítu.

Desde la cima del monte voló tambien, espíritu imájen, á las rejiones etéreas, y arrastrado por el torbellino de los otros espíritus-imájenes, fué á sembrar en Marte el gérmen sublime que había sembrado en la Tierra.