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blar, como hacen muchos en este mundo,—digo mal: en el otro).

—"Lo mejor que podemos hacer",dije al Doctor "es examinar esta ciudad, luego sus habitantes, sus costumbres despues, y emprender una série de investigaciones mas ó menos útiles, para el dia en que nos veamos privados de nuestra fosforescencia."

—"Miáu!"

—"Ahá! cambia de direccion nuestro cicerone, ¿No veis, señor Nic-Nac?"

—"Teneis razon."

—"Sigámoslo, pues."

—"Sigámoslo."

Al cabo de dos horas habíamos visto lo suficiente para poder describir la primer ciudad que se nos presentaba en Marte.

En el centro se extendía una gran plaza, en la cual se veia una elevada columna cilíndrica que sostenía un paralelipípedo gigantesco, y en cada una de las caras laterales de este cubo, se leia:

theosophopolis

—"¿Qué opinais, Doctor?"

—"Opino que este debe ser el nombre de la ciudad. Es curioso:—en caracteres como los que se usan en la Tierra."

—"(ilegible)?"

—"Mas aún, en griego."