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ondulan y giran los espíritus, á semejanza de una niebla de luz arrastrada por un soplo divino.

Hemos franqueado los confines del mundo, allí donde termina el aire que respiran los mortales, y el eter, el espacio sin límites, se abre á mis sentidos, á mi espíritu-imájen, ya libre de los afectos terrenales.

Y el torbellino gira, ondula, se desborda, fluctúa y se aleja, y con él se alejan, fluctúan, se desbordan, ondulan y giran los espíritus, á semejanza de un polvo luminoso y animado impelido al infinito por la voz de la eternidad.

CAPÍTULO V.
Seele.

La tierra se confunde con el resto de las esferas y el espacio sin resplandores no reverbera la luz de los astros centellantes.

Y brillan los espíritus con rayos mas intensos y mas blancos, á medida que se condensan en el alma universal.

En el centro de la inmensa nube rutila un disco rojizo.

Mi espíritu-imájen formando extensos espirales vuela en direccion á ese disco.

Súbitamente se detiene, y uniéndose á uno de los espíritus, concentra los espirales, aumentando la velocidad de aproximacion.