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da al bote, cuándo de repente en la cima de una loma que habia cerca, aparecieron dos indios a caballo; se detuvieron i quedaron como petrificados al vernos. Ya el dia ántes, habiamos visto unas ramadas en las orillas del rio; en el lago habiamos encontrado señales evidentes de su vecindad, bien podiamos esperar su encuentro, pero ellos no podian imajinarse hallar estranjeros cerca de un bote roto, i que habian bajado el curso del Limay, rio que sabian era demasiado torrentoso para que alguien se atreviese a navegar en sus aguas. Me adelante hácia ellos i se apearon, lo que sabia de indio se reducia poca cosa, sabia decir peñi (hermano) les dije peñi; me contestaron peñi, les ofreci tabaco, algunas chaquiras i cuentas, que contenidas en mi mochila habiamos salvado, les di charqui i harina que comieron con mucho gusto, i sabiendo yo que habia existido un cacique en el Limay llamado Llanquitrue; solté la palabra Llanquitrue; los indios se quedaron sorprendidos al ver que conocia el nombre de ese cacique, se pusieron a hablar i comprendí por sus jestos que me invitaban a ir con ellos a los toldos de Paillacan, a cuya reduccion pertenecian. Les hice entender por señas, que ántes ibamos a tratar de salvar lo que se pudiese i que despues les acpmpañariamos. Vinieron a presenciar la operacion, profiriendo a cada momento palabras de conmiseracion: el carpintero Mancilla, Juan Soto i los otros se botaron al agua i subieron a la quilla del bote, quebraron las tablas del fondo i sacaron algunos sacos de harina i de charqui, en seguida uno por uno todos los forros de los botes de guta-percha, los útiles del carpintero i otras cocitas; por lo restante debíamos hacer duelo, se habia ido al fondo del rio. Ensayamos de sacar el bote de entre las piedras, pero estaba tan acuñado que se rompieron todas las cuerdas sin que se moviese. Solamente tuvimos un consuelo: el saco que contenia todos los papeles de la espedicion, habia salido a la orilla, i tuve la suerte de alcanzarlo con un remo: me oculté entónces i quemé todos aquellos papeles que pudiesen comprometerme. Despues volvimos al alojamiento de la noche e hicimos los preparativos de marcha.

Los indios traian consigo ademas de los caballos que montaban, otros dos i un potrillo: tercié mi mocliilla i con la bolsa de la guitarra hice una gorra para preservarme la cabeza de los rayos del sol, i monté en uno de los caballos. Entre los indios, como entre los niños, no es la paciencia su principal cualidad; a cada rato decian amui amui, i no era preciso ser mui entendido en la lengua, para comprender que querian decir vamos, vamos; por otra parte, la pantomima era mui significativa. El caballo no tenia montura de ninguna

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