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plandeciente. Resolvimos dirijimos a una abertura que divisábamos al Este, aunque yendo siempre con mucha precaucion, porque desde la víspera ibamos encontrando palos quemados, tizones, restos de fogones estinguidos, asi como estiercol de caballo, manifestándonos que los indios frecuentaban esos parajes: la abertura a que nos dirijiamos, tenia un aspecto enteramente particular, el carpintero nos dijo que al alba habia divisado encima de esta abertura una lijera neblina que anunciaba la presencia de un rio, ¿seria pues el desagüe? pero por otra parte, a medida que nos acercábamos, por una ilusion de óptica, que es preciso haber presenciado para figurársela, la linea que representaba la separacion delas dos lomas amarillas horizontales de la boca, se borraba.

¿No seria entónces el desagüe? yo ocultaba los varios sentimientos que me ajitaban a cada presuncion favorable o desfavorable que se presentaba a mi espíritu; pero Lenglier, de una naturaleza mas impresionable, i ménos acostumbrado a dominarse, se hallaba en un estado de grande ajitacion; porque, como me lo decia despues, suponiéndonos en el caso desfavorable, el resultado hubiera sido la pérdida de cuatro o cinco dias mas; i teniamos víveres para dos meses; pero lo que había de desagradable en el error, era el disgusto que habria tenido i de que yo mismo hubiera participado, disgusto parecido al de jugador que ve fracasar el resultado de sus combinaciones, o al de un teórico, que habiendo hecho bellas especulaciones, ve de repente, un hecho, brusco como un cañonazo, que le derriba su armazon. Para saber de una vez a que atenernos, i como teniamos el viento contrario para ir a la presunta boca, i por otra parte, era poco prudente penetrar en el desagüe, cuya entrada podia contener algunos escollos, desembarqué a uno de los peones, Juan Soto, individuo de un carácter particular, pero de un valor a toda prueba; al mismo tiempo de una grande perspicacia. Empleó como media hora en ir i volver, mientras tanto Lenglier estaba silencioso como un reo a quien se ha hecho salir del tribunal para esperar en una pieza vecina la sentencia que va a decidir su suerte. Al fin Soto llega, estamos pendientes de sus labios, i cuando a nuestra pregunta "es el desagüe? contestó un sí, fuertemente acentuado, Lenglier, apesar de su nacionalidad, esclamó "viva Chile"

Entónces resolvimos ir a reconocer por tierra, los alrededores del desagüe i entrar en él solamente a la noche.

Volvimos a desembarcar cerca del lugar del cual habiamos salido, con Lenglier me fui por tierra hasta el rio; cada uno se interesaba