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tostada i se tiene una bebida refrescante i agradable; por la noche, en el vivaque, antes de dormir al aire libre, desea uno echarse alguna cosa caliente al estomago; pone entónces agua al fuego, se le echa azúcar tostada, dos o tres puñados de harina; en seguida se toma i duerme uno tan bien como si se hubiera engullido una taza de chocolate: desea uno hacer una comida mas en regla, un cocinado por ejemplo, como dicen los chilotes, entónces en una taza, olla o paila, si la sociedad es numerosa i segun los ustensilios que se tengan a la mano, se hace hervir agua, se echa grasa, dos o tres ajies, i harina tostada; todo esto bien cocido, i cuando el palo que sirve para revolver todos estos condimentos, se mantenga clavado en la mazamorra, entónces se sirve caliente, i tan equisito es este plato, que cualquiera que coma, se chupará los dedos, como lo veia hacer a mis gargantúas chílotes, cada vez que se entregaban a esta delicada operacion. Honor pues a la harina tostada, i para no exitar los celos, asociemos en este tributo de elojios al modesto charqui.

El charqui al principio se presenta con un aspecto que no previene en su favor. Se diria que eran pedazos viejos de zuela; pero no debe uno fijarse en lo esterior, el hábito no hace al monje; uno puede estar mal vestido i dotado sin embargo de' buenas cualidades. Preparado con cuidado, el charqui puede figurar con ventaja en la mesa de una gastrónomo. Ensartado en un palo que sirve de asador, hace un excelente roastbeef para el viajero que no tiene tiempo que perder en su cocina. Mascado miéntras uno camina, sirve de distraccion. El charqui tiene pues muchas ventajas, sin contar con la de ser fácilmente trasportable e incorruptible en toda temperatura, i no tiene, como la carne salada el inconveniente de ocasionar el escorbuto.

En la mañana me fuí a visitar el rio Frio, que sale de un vestísquero del Tronador para desembocar en el lago de Nahuel-huapi; sus aguas son de un blanco turbio como las del Peulla: en su curso se detiene para formar la laguna Fria, i despues corre por un lecho bastante estrecho pero profundo, hasta el lago de Nahuel-huapi. El doctor Fonck habia dicho que era navegable hasta una legua de su desembocadura, quise ir en él aguas arriba, subi como quinientos metros adentro, pero como tenia un bote de guta-percha que era demasiado liviano para andar contra la corriente, me desembarqué para seguir por las orillas; avancé como hora i media, pero lo espeso del bosque me detuvo, i tan espeso era, que una rama enredándose en la cadena del reloj, lo sacó del bolsillo i lo perdí. Volvi sin haber podido averiguar las aserciones del doctor; lo único que puedo decir, es que no habiendo oi-