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grandes llamándole: chilote, comilon de papas; al fin, de rabia se fué i no volvió mas. El bueno del marido pudo entónces vivir tranquilo pero algunos meses despues la mujer dió a luz un pequeño ser mui singular; en vez de la cutis que tienen todos los cristianos, este al nacer, tenia corteza de avellano; era evidentemente el hijo del Peuquen. El buen maderero se consoló pronto, porque al fin ya no venia mas el Peuquen, i cumpliendo con sus deberes conyugales, nueve meses mas tarde la mujer, dió a luz otra criatura; esta vez no era ya un pequeño monstruo, como el otro, sino un niño gordote, que al nacer gritaba: papas, papas. Este si que era bien chilote, i chilote hasta la punta de las uñas, el grito ese le denunciaba.

¿Qué tal el cuento? I principalmente el remedio recetado por el buen padre capuchino. Esta historia, referida en la cima de lo Andes, cerca de un fuego magnífico i en medio de los espesos bosques ¿no tiene acaso un perfume i un color local de que carecen todos los cuentos ilustrados de los keepsakes? Si Charles Nodier lo hubiese oido habria dicho que era una falsificacion de su Trilby, i no obstante mi narrador chilote jamas habia leido nada del autor de los Siete castillos del rei de Bohemia.

Pedro, el honrado Pedro; animado al oir estas historias para no quedar atras, se puso tambien a referir otras. Pero Pedro habia nacido en las orillas del mar, sus historias son todas de sirenas i caballos marinos. La sirena hace un gran papel en la imajinacion de nuestros paisanos del bajo pueblo. Sabeis dibujar o pintar un poco? preguntad a un hijo del pueblo lo que quiere que le dibujeis i contestará: una sirena. En Santiago mismo ¿cuántas chinganas i bodegones tienen por rótulo la sirena con su inevitable cola de pescado? Pedro conocia las sirenas, o sino las habia visto, habia conocido un hombre que le habia dicho que habia visto unas sirenas; i sobre este asunto, refirió la historia de un jóven chilote, que a punto de casarse, casi habia caido en las redes de una de esas encantadoras, i no escapó del peligro sino invocando la asistencia de la Santísima Vírjen. Nosotros le preguntábamos si él, Pedro Oyarsun, chilote de nacimiento i católico por el bautismo, habia visto sirenas en carne i huesos o por mejor decir en carne i escamas, i contestaba que no, pero que, caballos marinos, habia visto i palpado esos anfibios. Estos caballos marinos, a la voz de un brujo cualquiera, salen del agua ensillados i listos, i se ponen a. su disposicion; el brujo, sino es el diablo, es uno de sus parientes,

¿que se disfraza con la figura de un honrado cristiano", pero siempre se le alcanza .a ver la estremidad de la cola; estos brujos son nume-