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dique, obligando al lago de Todos los Santos a contentarse solo con el rio Petrohue para vaciar sus aguas.

A las tres de tarde llegaron algunos de los hombres que se habian despachado en la mañana: no habian alcanzado al lago de Todos los Santos, i llegado solo a las orillas del Petrohue, en donde depositaron sus cargas: a las cinco llegaron los demas: el tiempo era bueno en la noche.

12 de diciembre.—Buen tiempo: por la mañana salieron los peones llevando víveres: nos hallabamos rodeados de bandadas de torcasas que nos proporcionaron una abundante caza. Se recojieron algunas plantas i musgos para el herbario, i en la tarde llegó la jente.

13 de diciembre.—Por la mañana el sol estába bastante débil, el cielo medio nublado, el Chucao nos aturdia con sus cantos; si se debe creer a los chilotes supersticiosos, era un mal presajio; los peones le tiraban piedras i acompañaban su huida con maldiciones. La jente debia volver al dia siguiente, temprano. Cinco torcasas, víctimas de nuestro plomo mortífero, variaron un poco nuestra comida. En la tarde, viento violento del Nor-Oeste i un poco de lluvia.

14 de diciembre.—Domingo por la mañana, el tiempo no se decidia, nos encontrabamos aislados de todos los otros bípedos de la familia humana: era el primer domingo en el desierto. Ibamos a conocer si es verdad lo que cuentan ciertos viajeros, que han atravesado inmensos desiertos. ¿En donde? La crónica se calla aquí. ¿Era en las ardientes arenas del Africa o en las heladas estepas de la Siberia? ¿Eran acaso hombres animados por el fuego sagrado de los viajes, yendo en busca de un Tombuctu cualquiera, u honrados comerciantes que iban caminando del norte al sur de la Rusia? La crónica es mas discreta todavia sobre este punto. Pero qué importa? Eso no nos impide referir la siguiente historia. Estos viajeros habian notado que durante sus largas peregrinaciones se aburrian periódicamente en ciertos dias i resolvieron apuntarlos; viajaban sin calendario como honrados viajeros o marinos, que teniendo que hacer una larga travesia, les importa poco diez o doce dias de mas o de ménos. Llegaron a un lugar en donde pudieron consultar el almanaque, i vieron con no poca sorpresa que todos los dias en que se habian aburrido eran precisamente domingos. La jente de ciudad ha hecho esta observacion desde mucho tiempo; pero en donde el hecho es mas digno de ser observado es en un desierto, i entiendo por desierto todo lugar en donde uno se encuentra privado de comunicacion con sus semejantes. Nosotros, en nuestra posicion, podiamos haberlo verificado, pero debo