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JEOGRAFÍA.[a]

 

Si fuese posible que un viajero pudiese a vuelo de ave abrazar con la vista el ángulo austral del continente americano, se ofrecería a sus miradas la notable parcialidad con que la caprichosa naturaleza parece que se complace en variar las produciones, no solo en distintas, sino en idénticas latitudes. En efecto, la vasta cadena de los Andes que divide las rejiones meridionales de Chile en dos secciones de territorio, es la única separación que establece entre Chile oriental i occidental el contraste mas notable. Bajo el mismo cielo, bajo las mismas latitudes, veria al oriente campos yermos tendidos i accidentados por lomas bajas, pedregosas, desnudas de vejetacion i solo encontraria la verdura que da el esparto i algunos espinudos i enanos matorrales, en los bajos que las colinas protejen de los pamperos i del frio viento que desciende en las mañanas de las nieves de la sierra. Hondos barrancos cavados por rios caudalosos, solo ofrecen atractivo al jeognosta por exhibir desnudos los secretos de la formacion de aquella naturaleza pétrea i arenosa.

Colocado el viajero en alguna eminencia de aquella cordillera i tendiendo la vista hacia el Oriente se encuentra como el hombre que afirmado en la borda de una embarcación en alta mar procura en vano descubrir en el horizonte algún objeto donde detenerla. Lo único que llama a veces su atención es el curso tranquilo i sinuoso de alguno de los rios caudalosos que atraviesan la pampa para detenerse en lagunas que brillan a lo lejos o para perderse en el horizonte hasta mezclar sus aguas con las del mar Atlántico, i también de cuando en cuando algunas densas polvaredas que levantan a lo léjos las tropas de huanacos perseguidos por los hijos nómades de aquel desierto.

  1. Véanse las pájinas 3 i 151 del presento tomo.