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pañando hasta el otro lado del Caleufu en donde se hallaba Huentrupan a caballo. Entónces Lenglier i yo, no sin una cierta emocion apretamos las manos de Inacayal, Dionisio i Celestino, i dando espuelas partimos a toda carrera.

En la noche acampamos en la orilla del Quemquemtreu.

17 de marzo.—Por la mañana a las doce del dia estabamos en la chacrita de Huentrupan. Regalé a Motoco Cárdenas lo que me sobraba de los objetos que pudiesen servirle a él que se quedaba para pasar el invierno en la tierra; i a las mujeres de Huechu-huehuin el resto de las cuentas i chaquiras.

18 de marzo.—Al amanecer salimos los dos Cárdenas, Lenglier i yó, i llegando al cerro Trumpul bajamos a la casa de José Vera. Allí se hallaban Hueñupan, su mujer, la hermana de su mujer, José Vera i su mujer; ya estaban todos borrachos; cometí la imprudencia de regalarles el galon de aguardiente que me habia traido Cárdenas i que deseaba enviarlo a Inacayal. En retorno de eso, quiso la suegra que comiesemos pescados que se habian tomado el dia precedente en el lago de Lacar. Entré a la casa para descansar, saqué mi revolver, i lo puse a un lado, salí un instante. Pocos minutos despues volvi a entrar, no hallé mas el revolver; cuando salí solo estaban en el interior de la casa Lenglier i el hermano de la mujer de José Vera. Luego mis sospechas cayeron sobre él. José Vera estaba mui disgustado con que tal cosa hubiese sucedido el su casa; cuando Motoco que preferia los hechos a las palabras, volvió triunfante con el revolver en la mano. Como solo habia dos puertas en la casa, Motoco pensó luego que el ladron habia debido salir por la puerta opuesta a aquella delante de la cual estaban sentados los dos tomando; desde esta puerta, siguió rastros frescos en el pasto, i encontró el revolver al pié de un árbol. Hueñupan era el ladron, lo supimos porque luego que vió su robo descubierto, con los ojos encendidos por el furor i el aguardiente gritó: matemos a los huincas. Entonces José Vera mas pronto que el rayo, lanzándose sobre él, le agarró del pescuezo i sacando su facon, le dice: si haces un movimiento; te mato, asesinastes a Bernardo Silva en la Mariquina, no te faltaba mas que ser ladron. Pedió su perdon i Hueñupan se fué confuso a dormir su borrachera. No quise quedarme mas allí, i me despedí de José Vera i Motoco.

A la noche pasamos el balseo de Nontué i dormimos al otro lado.

19 de marzo.—Al amanecer salí del alojamiento con un caballo al cabestro, queria ver si podia alcanzar ese dia a Arisquilhué.