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nencias, para distinguirla de las verdaderas pampas. Este lago, con tres otros situados mas léjos, constituyen un espacio retirado i escondido en donde se refujian los indios del Limai con todos sus animales, cuando temen los malones de los vecinos. Muchos pájaros acuáticos se deslizaban sobre la superficie del lago, que dejamos a la izquierda i nos dirijimos al Este, hácia otro lago que no habiamos visto sino cuando estuvimos sobre él, i estaba cubierto de aves acuáticas, hualas, patos, gansos, cisnes de cuello negro; flamencos con sus patas i cuellos desmedidos i sus plumas color de rosa, de pié en las orillas parecian una línea regular de infantería; A nuestra llegada volaron todos a la vez, desplegando sus alas de un vivo color rojo, pero conservando el órden simétrico i formando en su vuelo una larga falanje un poco arqueada.

Aquí nos dijo Dionisio que acampariamos en la noche, i que podriamos permanecer mientras que los indios continuaban boleando; me trajo de parte de Inacayal un estómago de avestruz, bocado fino i delicado para pasar el tiempo; otros: dos indiecitos quedaron tambien cuidando los despojos de los animales que se habian capturado; con su ayuda encendí fuego, pero con grande dificultad a causa de la escasez de leña: despues de haber comido fuime a pasear a las orillas del lago. Las orillas formadas de un lado por cenizas volcánicas endurecidas, se veian blancas como azúcar; de otro, por tierra descompuesta, cubierta de jaspes i pedernales de diferentes colores. A la entrada del sol volvieron los indios, pero el viento violento que hacia, no nos permitió conversar a la orilla del fuego como en la víspera.

15 de marzo.—A la mañana siguiente, se hicieron los preparativos para volver a los toldos; los indios estaban satisfechos de su cacería; habian capturado en dos dias 42 avestruces i 14 guanacos, sin contar con un sin número de quirquinchos. Despues del almuerzo nos pusimos en marcha i caminamos todo el dia; los indios cazando, capturaron todavía algunos animales, i en la tarde, despues de haber pasado el vado llegamos a los toldos; mis compañeros, recibidos con alegría por sus mujeres a quienes traian buena provision de carne, plumas i cueros, i yo mui cansado, pero encantado de la escursion que me habia permitido esplorar como 15 leguas al Este.

16 de marzo.—Al amanecer lnacayal me mandó llamar i ordenó a Dionisio que fuese tambien a la ramada. No sé por qué auguré mal de esta entrevista. En efecto, cuando estuvimos sentados me dijo Inacayal que mientras andabamos cazando, habian venido chasques