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CAPITULO V.
Consejo.—Sale Cárdenas para Valdivia conduciendo los peones.—Yahuyehuin.—Una escursion.—Piedra alipe.—Remedio para jugar.—Paillacan viene a los Toldos.—Libaciones.—Cartas de Patagónica i su contenido.—Ofertas de Cachiman.—Caminos por el Cármen.—Pérdida de un cuchillo.—Retratos.—Ceremonia.—Pasatiempos de Llancuhuel.—Bichos.—Condicion de las indias.—Sus ocupaciones.—Sus vestidos.—Costuras de cueros.—Sus diversiones.—Cunas.—Callipai.—Gran Rogativa.—Sentimientos relijiosos del cacique Huincahual.—Razas.—Picun-pehuenches.—Huilli-pehuenches.—Indios pampas.—Tehuelches.—Huaicurúes.—Fueguinos.—Vida de los Tehuelches del Sur.—Tipo Pehuenche.—Medidas anatómicas.—El chiripá.—Estribos i espuelas.—Nacimiento.—Pequeño número de ellos.—Matrimonio.—Ideas relijiosas.—Funerales.—Herencias.—El indio Casimiro

2 de marzo.—En la mañana me fui con Inacayal i Dionisio el lenguaraz, al toldo del viejo cacique. Allí Inacayal contó lo que se habia pasado en nuestra visita. Hunicahual escuchó con mucha atencion i despues dijo: que su parecer era de no precipitar las cosas, i quedó convenido que Cárdenas haria el viaje a Valdivia i traeria solamente un par de estribos de plata. En el mismo momento llegó José Maria el lenguaraz de Paillacan que venia de su parte, para decirme que le mandase la corneta que le habia cambiado por el caballo, i ademas que le regalase algunas otras cosas; entregué la corneta, i por lo demas le mandé a todos los diablos. Hunicahual mismo, enojado i disgustado por la avaricia i rapacidad de su pariente, dió el recado siguiente a José Maria: dí a Paillacan que yo Huincahual, le preguntó si nunca ha visto prendas de plata, o no ha tenido algunas en su poder, que parece tan ávido de ellas.

Cárdenas salió para Valdivia, habiendo empleado toda la mañana en buscar dos caballos que sospeché nos habian sido robados por un chileno que se habia ido con Antileghen. Queria tener ocho o diez caballos a lo ménos para el viaje a Patagónica, aunque una vez comprados, era mui difícil conservarlos, con las contínuas visitas que hacian algunos indios de otros puntos, i que no habrian tenido escrúpulo en llevarlos sabiendo que pertenecían a los huincas. Los dos peones que estaban en las vecindades de Huentrupan, se fueron tambien con Cárdenas.

Habia visto algunos dias ántes una frutita blanca en manos de Quintuñanco nieto de Huincahual. Comí algunas i me parecieron de buen gusto, pregunté a Quintuñanco cómo se llamaba i en dónde se encontraba esta especie de papitas; me contestó que se llamaba: yahu-yehuin i si queria cojer algunas, por unos veinte cohetes me conduciria al lugar en donde habia; se los dí i salimos con Millaleufu hijo de Inacayal, de dos o tres años menor que Quintuñanco el cual podia tener de quince a diez i seis. Orillamos el Caleufu, aguas arriba, i como

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