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vez que habiamos pasado, cuando la toldería se hallaba, en las orillas del Quemquemtreu. Antileghen conocido nuestro, estaba presente. Las mujeres trajeron pellones a una ramada, situada al frente del toldo de Huincahual, i pusieron a los pies de cada uno, un plato de carne. Preguntamos a Antileghen, si creia que nos dejarian pasar hasta Patagónica; contestó que era preciso esperar la vuleta de Inacayal, pero que creia a éste bien dispuesto hacia mí; que habia dicho que si yo era buen hombre me llevaria consigo en calidad de escribano (secretario) a esa ciudad.

Volvimos a ver con gusto al viejo tio Jacinto, i sus dos mujeres. En su toldo vivia el dragon de Patagónica, Celestino Muñoz, ya conocida nuestro, i que habia venido leyendo a los indios las proposiciones de paz del Gobierno Arjentino. Regalé a mi antiguo conocido Antileghen una camisa i otras coistas; él me retornó una oveja. Mandé a Cárdenas que la matase; Celestino le ayudó, pero ántes se hizo el apol acostumbrado. El apol se hace de la manera siguiente: le ata el cordero del hocico con un lazo, se suspende a un poste, i se le corta la garganta; La sangre corre abundantemente, i va por la traquearteria hasta los pulmones, junto con agua i sal que introducen por el mismo canal. Entónces se liga la traquearteria con un pedazo de lazo; al cabo de algun tiempo le saca el pulmon, i cortándolo en pedazos se distribuye a los asistentes. Comí con mucho gusto mi parte. No hai duda que muchos esclamarán: ¡Qué horror! ¡eso no se puede comer! i sin embargo, nada hai mas cierto: En las provincias del Sur, en Valdivia por ejemplo, en ninguna hacienda se mata un cordero, sin que se celebre la ceremonia del apol, los que han frecuentado esas comarcas, podrán corroborar la verdad de mis palabras.

A la noche dormimos, aunque impedidos por los ladridos de los perros, que pululan siempre en las tolderías.

Marihueque i Gabino Martinez, se habian ido a los toldos de Paillacan, donde se celebraba una gran borrachera.