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atormentada por los remordimientos orijinados por su fuga. Aunque en este lugar hai una casita, en la que viven un indio i su mujer, nosotros dormimos al aire. Era preciso, desde ese momento, decir adios al confortable de la vida civilizada. No necesitábamos mucho tiempo para hacer la cama, teniamos el material en nuestras monturas: estendiendo en el suelo las jergas i encima los pellones, teniamos el colchon; la enjalma de cabecera, i las mantas para taparnos; así dormiamos como reyes, si es que duermen bien los reyes, con las zozobras del gobierno.

19 de febrero.—No pudimos salir tan temprano como hubiesemos querido, fuimos atrasados por la pérdida de dos caballos en el monte; al fin se hallaron i nos pusimos en camino despues de haber pagado al indio viejo de Chihihue por los estragos que decia habian ocasionado los dos caballos en su campo de cebada. Luego que salimos de Chihihue, entramos en valles i cordilleras, ramificaciones directas del boquete. Todo el camino como el anterior hasta Chihihue, se compone de subidas i bajadas, algunas de ellas bastante pendientes i mui húmedas a causa de lo espeso del bosque que no deja penetrar el sol: unas veces faldeabamos el cordon derecho, otras el izquierdo, separados solo por la quebrada angosta, por donde corre el torrentoso rio Follil que atravesamos cinco veces; dos veces ménos que en el viaje anterior i con menos agua: las nieves que lo alimentaban se habian ya concluido. En otra estacion es mui peligroso a causa de los grandes trozos de piedras que forman su lecho.

El boquete de Lifen o de Ranco como lo llaman algunos, es una depresion de la línea principal de la cordillera. La cuesta de Lipela es el verdadero paso: el Follil llega hasta el pié de ella, i tuerce en seguida a la derecha. El sendero es cortado a pico; unas veces por entre peñas elevadas, otras, vá encajonado entre dos murallas de tierra, verdadero cauce de torrente en invierno: para pasar por ahí, es preciso soltar los estribos i cruzar las piernas encima del pescuezo del caballo: las cargas se pasan a hombro; esta operacion se repite en cada uno de estos estrechos, i en otros puntos en donde el declive es mui pronunciado. En un lugar en que el sendero parecia mejor nos vimos de repente detenidos por un escalon de piedra como de dos varas i media: era de roca viva, los caballos lo salvaron rasguñando; estaban acostumbrados a ese camino: nosotros nos izabamos por los coligües. A cada rato nos deteniamos, ya para dejar descansar a los caballos o para descargar o cargar: otras veces, era una mula o caballo que dejaba el sendero, i era preciso volver a ponerlo en camino:

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