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de la víspera; yo imitando la elocuencia de los indios, elevaba cuanto podia la voz i contestaba con toda la entereza posible; al fin triunfó la codicia, el indio me dijo que otro cacique me habria dado la muete sin escucharme, por el solo hecho de haber venido por el Limai; pero él como tenia buen corazon me perdonaba i me iba a dar la libertad para ir a Valdivia i traer muchos regalos para recompensar con largueza sus buenos sentimientos; i a mi vuelta, podria seguir mi camino en compañía de sus indios que iban a vender cueros al Cármen. El mozo Cárdenas me ayudaba en esos momentos, asegurando al cacique que yo iria hasta Valdivia en su compañía para traer lo que se me exijía. Este muchacho habia sido, por espacio de dos años, prisionero del cacique i despues de haber recobrado su libertad, venia todos los años desde Valdivia a comprar caballos por aguardiente: el cacique tenia fé en sus palabras. Convino en todo, pero quedé yo obligado a dejar en rehenes a dos de mis peones, para asegurar el cumplimiento del convenio; hízome jurar por el sol i se levantó la sesion. En seguida ordenó a Quintanahuel que se preparase para ir en busca de la jente, i a las once salió acompañado de un mozo chileno Labrin que tambien se hallaba detenido en los toldos, del moceton que me habia acompañado desde Limai i otro mas. Este mozo Labrin se encontraba entre los indios por circunstancias las mas peregrinas: enamorado de una niña de Rio-Bueno, en Valdivia, se huyó con ella; para ponerse a salvo de las persecuciones de la justicia, vínose a buscar la seguridad entre los indios: la compañía que traia fué suficiente para ser perfectamente recibido; el cacique principalmente se esmeró en atenderlo. Labrin temeroso de la interesada proteccion del indio, quiso volver sobre sus pasos. Grande fué su sorpresa cuando el cacique le contestó que podia marcharse; pero dejando en su poder a la muchacha para darla a su hijo mayor en matrimonio; no quiso Labrin recobrar a tan duro precio su libertad i prefirió correr la suerte de su querida: desde entónces fué mui duro el tratamiento que recibiera del cacique, pretendiendo de ese modo forzarlo a que aceptase sus condiciones. El futuro novio de la niña debia llegar pronto; andaba en lo de Calfucurá; en esta situacion se encontraba Labrin cuando nosotros llegamos.

Durante el resto del dia estuve casi esclusivamente ocupado en contener la excesiva codicia de Pascuala, la favorita de Paillacan: a cada rato me fastidiaba con sus importunas preguntas, ¿qué me trajistes? que me vas a dar? dámelo todo a mí, ahora Quintunahuel se va apropiar de todo. A todo le contestaba con paciencia, para no