Página:Viaje al Interior de Tierra del Fuego (1906).pdf/89

Esta página no ha sido corregida
— 90 —

Al fin, también nosotros, en ese descenso, no menos golpeados que las piedras, llegamos al llano y después de un momento, nos reunimos á los compañeros.

No había que vacilar: el partido á tomar era uno solo; para seguir era necesario dejar los cargueros. A las 4.30 p. m. del mismo día, emprendimos la marcha, encargando á los gendarmes Mezquita y Quinteros del cuidado del campamento, yendo nosotros en lo montado y llevando solo lo indispensable.

Los ponchos de goma,—la prenda más útil que puede llevar el viajero en la Tierra del Fuego, venían en las cabezadas, y no pudiendo llevar carpa, cargamos con todos los abrigos que nos fué posible, distribuyendo ias provisiones para cuatro días, en nuestras alforjas.

Costeando la márgen derecha del arroyo aquel que corre á las Lagunas Suecas, y que á nuestra salida llevaba escaso caudal de agua, emprendimos la marcha con rumbo al Sur, que era la dirección que el arroyo traía y en la que se extendía el valle por el que este corre.

Desde el cerro Hedición, esta vega parecía llegar hasta las mismas cadenas del Fagnano. ¡Cuánto cambia el aspecto desde la altura! Aliora íbamos por el llano, entre un laberinto de arboledas y nuestra tarea se reducía á descifrarlo, ayudados solo por la suerte.

En algunos lugares, el suelo es sólido, en otros la vega, que en la parte plana es más bien ciénaga, () nos engañaba á cada paso y los caballos se enterraban hasta los garrones.

Al llegar á los turbales, era necesario detenerse mientras el gendarme indio, buscaba paso.

Estos turbales, son bien característicos, pues su color rojizo claro en conjunto, los destaca entre los pastizales, en manchones de dimensiones variables.

Se extienden á uno y otro lado del arroyo.

Los coruros en este valle son mucho menos abundantes, lo que no deja de llamar la atención, pues por su composición, el terreno es igualmente liviano.

Como el terreno es más alto aquí que en lo anteriormente recorrido, la estación hace el efecto de estar más avanzada. Marzo terminaba. Ya se estaban marchitando las hojas de los árboles y en su verde aceitunado se veían las manchas rojas de las ramas secas. Las plantas jóvenes, que crecen en los términos del bosque y en las vegas, tenían ya sus hojas de brillante rojo.

Fácilmente saltamos varias veces el arroyo. cada vez más angosto, y el terreno siempre pantanoso á pesar de su suave pendiente—iba disminuyendo en su ancho, aproximándose el bosque á ambos lados.

Al doblar un montecillo, dejamos de costear el cauce, prefiriendo continuar la marcha en la misma dirección.

Los matorrales de mutilla estaban cargados de frutos, lo que hacía las delicias del goloso gendarme indio.

() Aunque todos dan el nombre de vegas á los pastizales, las partes próximas al agua, en todas partes, son más bien, ciénagas.