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CAPÍTULO VI


Salida de Río del Fuego. — La llanura sin árboles y el codo de Río del Fuego.—Un error de Nordenskjöld. — Los coruros. — El curso de Río del Fuego. — Los turbales y la mutilla. — Las Lagunas Suecas. — El Lago Ch'eépel. — El bosque de coibos.

La parte del territorio que se me había ordenado estudiar, es la limitada al Norte, por el paralelo 54"; al Oeste, por la linea divisoria de Chile y la Argentina; al Sur, por la costa Norte del Lago Fagnano y al Este, por el Océano. El Norte, había sido ya examinado por los ingenieros encargados de hacer las mensuras de los lotes que se prolongan por el Sur hasta las proximidades del Cabo y el Oeste, por la comisión demarcadora, que ha producido un buen mapa.

El interior, aún propiedad del Estado, permanecía relativamente poco conocido, pues los únicos trabajos á nuestro alcance que de él se ocupan, son los llevados á cabo por el eminente explorador Otto Nordenskjöld y aún de este, no se ha publicado la obra definitiva, sino breves reseñas muy generales y la parte correspondiente á la costa, aunque continuamente visitada por los mineros buscadores de oro, interrumpida con frecuencia por desembocaduras de ríos y arroyos, no tenía para mí, por el caracter de mi misión, un gran interés, por lo que hallé mayor conveniencia en internarme lo más que me fuera posible.

La estación era avanzada, salía de Río del Fuego con fecha 9 de Marzo—debido á la demora del vapor Chubut, de Buenos Aires á Punta Arenas y al largo viaje que hicimos en el vaporcito Elena—se esperaban ya las primeras nevadas, y como el Lago Fagnano se halla encerrado por montañas, corría el peligro de fracasar, al encontrarme detenido por las nieves. Debía pues, llegar á la pirámide puesta por la Comisión de límites sobre el Fagnano, con la mayor brevedad posible; así fué, que, contrariando mi deseo de contornear el terreno que debía explorar, me ví obligado á cortar camino, cruzándolo diagonalmente, de lo que hoy me alegro, pues de esta manera me ha sido posible verlo casi por completo.

El primer, día es siempre el más pesado. Los jinetes no acostumbrados á estar largo tiempo sobre el caballo, se cansan pronto, los aparejos no amoldados al animal descomponen la carga á cada momento y si los encargados de cuidarla—como sucedía—no son prácticos, el apren dizaje demora más la marcha.

La vega de Río del Fuego, se internaba en la misma dirección que descábamos seguir, por lo que el camino al principio, no ofrecía mayores