Página:Viaje al Interior de Tierra del Fuego (1906).pdf/54

Esta página no ha sido corregida
— 55 —

tenía el indio de la propiedad? Las obtenía fácilmente en grandes can—, tidades, era de su completo gusto el guanaco blanco, y lo robó. Fué entonces considerado como cuatrero, perseguido y cazado; mas si se examina bien la persecución de que el indio ha sido víctima, se ve claramente que no era ésta la única causa. La falta de mujeres, y el deseo de poseer las del indio, fué entonces el motivo principal.

Disminuido así su terreno, perseguido y hambriento, con la rapidez con que se reducia su número, se transformaron sus costumbres, de manera que el indio ese, confiado y bondadoso, que salía al encuentro de los expedícionarios, para ser cargado y fusilado, como le sucedió con cierto famoso explorador argentino, que no nombro porque ya murió, pero que se inflamaba al verlo—como el clásico manchego con los molinos y majadas. Ha aprendido hoy á desaparecer en el bosque con rapidez tal, que es fácil viajar por todo el interior de Tierra del Fuego sin ver á uno solo de estos desgraciados, así se lleven las más buenas inteuciones.

Como debo fijar preferente atención á los onas, por cuanto es el grupo que ocupa el terreno coufiado á mi estudio, me concretaré á ellos, dejando los Yaganes y Alacalufes para trabajos ulteriores (1.

Antes de estudiar al ona y sus costumbres, lo dividiré en dos grupos: el ona reducido y el oua libre.

Al primero se le encuentra convertido en peón, trabajando á la par de los europeos en los establecimientos de campo y especialmente en la misión Salesiana de Río Grande, donde ha constituido una población, viviendo tranquilamente y dedicado á las faenas rurales.

Son éstos respetuosos y obedientes—nos era agradable el encontrarlos en el campo guiando carretas ó llevando majadas, cuando quitándose el sombrero nos deseabau las buenas tardes. Muy curiosos, en las visitas que hacíamos á la Misión se reunían para vernos llegar en cuanto nos divisaban desde lejos, observabau nuestros trajes, nuestras caras y el modo de andar, haciendo comentarios entre ellos. Siempre sonrientes, hacían sus comentarios en su lengua misteriosa para nosotros, é impunemente nos daban los nombres que más apropiados les parecían, con lo cual les era fácil distinguirnos al hablar de nuestras personas. Los anteojos del Doctor despertaban su unánime hilaridad.

Como la vida en la Misión es siempre más holgada para ellos, los padres salesianos envian con frecuencia indios de su confianza á los bosques, y ellcs vuelven invariablemente con otros, que, aunque jamás sujetados á las prácticas regulares que allí se observan, pronto abandonan su capa de guanaco para vestir casaca y pantaloues, acompañando á los otros en los trabajos, hasta ponerse pronto á la par de ellos.

Muchas veces las indias, acosadas por sus hombres, y confiadas en lo que á los que vienen de las poblaciones han oido decir ó por haber (1) Mi compañero de expedición el Dr. Roberto Lehmauu Nitsche publicará en breve los resultados de las investigaciones, tanto etnográficas cuanto antropológicas, que hizo sobre el terreno.