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A quien llega por vez primera á enfrentar la entrada oriental del Estrecho de Magallanes, el archipiélago le ofrece un cuadro desolado, que en nada le anuncia sus próximas magnificencias. Sobre la línea monótona del horizonte marino, sólo ve el Cabo de las Vírgenes batido por las olas. Allí, último punto continental de América, el viajero quisiera encontrar un fantástico y enhiesto peñón, en que las gaviotas revolotearan eternamente, y los albatros de largas alas, que anuncian al marino la llegada del buen tiempo, tuvieran su nido, para lanzarse desde él en elegantes curvas, sobre las revueltas espumas de la estela. ¡Nada de eso! Una barranca que se pierde en el confin lejano, larga, siempre igual, sin curvas, sin colores. Y la otra orilla? La costa de Tierra del Fuego es baja y el mar la oculta en la distancia.

Tal es la entrada del Estrecho que Magallanes descubriera el 21 de Octubre de 1520.

Vino el valiente portugués, noble de cota y armas, con cinco buques y 237 hombres.

Su viaje inicia la numerosa série de desastres que constituyen la obra del descubrimiento. (1) La Santiago, mandada por el capitán Serrano, se había perdido en las costas de Patagonia. La más tarde famosa Victoria, fué la primera en percibir el Estrecho, á lo cual se debió que al principio se le diese su nombre.

Habiendo ordenado Magallanes que el paso fuera estudiado, la tripulación de una de las naos se sublevó, volviendo á España. La segunda, de tres que eran las desprendidas de la flota en este servicio de exploración, regresó trayendo noticias de escasa importancia, y al cabo de tres días apareció la tercera, que después de viajar sin tropiezo alguno, traía la suposición de que el espacio recorrido era un paso de las aguas de dos mares.

El ó de Noviembre de 1510, Magallanes, con las naves que le quedaban, pasó el Cabo de las Vírgenes, yendo á salir á la otra entrada 22 días después.

El océano azotado por el viento del sur que revolvía las crestas de sus olas, lo llevó al Nordeste con celeridad. Las aguas pasaban tranquilas á medida que avanzaba sobre los trópicos...le llamó: Océano Pacífico.

Sobre la márjen izquierda de aquel estrecho que acababa de recorrer, más de una vez vió hogueras de fogones ó señales que hacían los naturales, por lo que á aquella tierra que él fué el primero en considerar una ísla, á pesar de lo cual por más de cien años se la creyó un continente, la llamó de los Humos. Más tarde Cárlos V. se dijo: «Donde hay humo, hay fuego; por lo tanto, se llamará Tierra del Fuego.» Magallanes fué muerto por los naturales de la isla de Mactan—en el archipiélago filipino y Sebastián del Cano, con sólo 18 hombres, volvió con la Victoria al Puerto de San Lúcar, después de haber dado por (1)—Arana. Diego Barros.—Vida y viaje de Hernando de Magallanes.—Es una de las mejores obras que sobre el célebre marino se han escrito. Fué publicada en Santiago de Chile en 1854.