CAPÍTULO II
La Cordillera de los Andes, en su recorrido longitudinal del continente americano, se prolonga en una dirección constante, formando varios nudos cuyas cadenas se abren y extienden unas veces al Oriente, y otras al Occidente, disminuyendo gradualmente de altura, y subdividiéndose á su vez, abarcan dilatados territorios.
Los macizos del Norte de la Argentina, Bolivia y Colombia, aunque constituidos en su mayor parte por rocas de otros períodos, tienen en su estructura muchas semejanzas con el nudo del archipiélago fueguino.
Difícil es descifrar la historia de aquellas montañas. Grandes conmociones alzaron sus cumbres sobre la superficie del Océano y no me nores cataclismos las volvieron á sepultar bajo las olas.
De dónde vienen? Cuáles son sus cabeceras?
La expedición del Bélgica al Polo Sud, pudo ligar la geología de nuestro lejano Sud con la parte polar correspondiente al continente Americano en la región por ella recorrida, de manera que en las primeras edades, muy probablemente, América se prolongaba hasta aquellas extensiones hoy heladas, sosteniendo una cadena contínua de cumbres, cubiertas actualmente por las corrientes antárcticas.
A ese sistema orográfico debieron pertenecer las actuales islas Shetland, como pertenecen y se corresponden con las cadenas de Tierra del Fuego las montañas de la Isla de los Estados, indudablemente unidas á la anterior hasta la formación del Estrecho de Le Maireles.
Mas no tan sólo en esa dirección se extienden las cadenas austraEste nudo se prolongaba al naciente en mayor extensión de la visible y á ello hace referencia Julio Popper, al explicar la existencia del oro en las costas de Tierra del Fuego y Cabo de las Vírjenes. (1) A todo lo largo del litoral atlántico de Tierra del Fuego, hay extensos bancos sub—marinos, á veces de muchas millas de ancho, restos de montañas que desaparecieron en pasados períodos geológicos; son enormes depósitos de piedras, cascajo y arenas, constituidos por cuarzo (I) Popper Julio.—Conferencia en el Instituto Geográfico Argentino. Ver Boletin. Tomo núm. 12.
