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I5 Suceso, San Juan del Salvamento y Puerto Cook, están impregnados con el perfume de los bosques y el rumor del mar, nebulosos, tristes, lejanos...

No ha perdonado detalle: cuantos al leerlos parecen efectos literarios, son verdades. Todo lo ha visto y todo lo ha dicho. Es un libro escrito con cariño. El mismo Payró me decía: «Yo he observado hasta el color de las sombras que proyectaban las piedras de las costas.

Patagonia—dice—hará su camino, más lenta, más rápidamente; según la sábia ó desacertada dirección que le impriman los gobiernos.

Pero lo hará. En aquellas inmensas soledades, Le douteur ne voit rien, le penseur y trouve un monde, El mundo de mañana, asilo de la libertad y escenario del progreso. » Todas estas páginas de la historia del archipiélago—inclusive naturalmente Tierra del Fuego—pertenecen á la vida momentánea. Y si bien es cierto que desenvuelven el conocimiento del territorio, apenas éste es visitado en su interior por uno que otro individuo relativamente audaz, que se atreve á cruzar el dominio de los onas.

Tierra del Fuego ofrecía un interés principal: sus costas, por las razones expuestas al principio de este capítulo. Mas, dueño ya el hombre civilizado de la Patagonia, con una ciudad en ciernes—Punta Arenas—y uua isla como Tierra del Fuego, cuyas riquezas se le ofrecian abundantes, comprendió su porvenir arrebatándola al dominio del salvaje.

La desgracia que se había cernido sobre las embarcaciones, desembarcó con él, y sus primeros avances no debían ser menos horribles, dando rasgos de náufragos á los que vinieran como pobladores y uugiendo con martirios á los valientes misioneros. Una institución y un hombre se destacan en la historia de Tierra del Fuego: la South American Missionary Society y Julio Popper.

La primera en el Sud, perdiendo uno tras otro en manos de los indios á sus sacerdotes; el segundo, siu abandonar por ello sus intereses particulares, en lo que hizo bieu—luchando constantemente en la propaganda por el mejor conocimiento de la gobernación, escribiendo libros, dando conferencias, publicando mapas, combatiendo con decisión los juicios erróneos, y destruyendo los informes de niás de un viajero.

El Reverendo Lawrence, de la misión de la península Gable, contó á Payró la historia de aquellos lugares, y ella es tan interesante que no puedo sustraerme á la tentación de transcribirla: Un ex—oficial de la marina real inglesa, el capitán Allen Gardiuer, salió de Liverpool el 7 de Septiembre de 1850, á bordo de la Ocean Queen (Reina del Océano).

Iba euviado por la South American Missionary Society, con el objeto de que fundara una misión en las costas más australes de la América del Sud, para catequizar á los indígenas, y lo acompañaban un misionero, un médico y cuatro ayudantes.