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Agua 989.55
Carbonato sódico 10.19
Cloruro de sodio 0.26
1.000.00)

Hubiera deseado averiguar, por medio del fuego, si hay aquí gases combustibles, pero la superstición ya ha alarmado a la indiada que me rodea mientras registro la fuente y se queja de los males que puede acarrearles mi osadía, al tratar de averiguar lo qué hay en la morada del maligno espíritu. Para los pobres, estas burbujas tienen algo de sobrenatural, y el poco sensible ruido que hacen lo interpretan en el sentido de demostrar los enojos de quien mora en el pozo, y que no desea ser molestado; según ellos el agua está quieta mientras no la miran.

Su asombro al verme meter el brazo dentro del agua aumenta cuando pruebo de ella sin que me haga ningún mal, y algunas miradas del viejo Tétao me indican que la sospecha de que sea yo brujo, ha cruzado por su cerebro. Me amenaza con el Agschem, que me hará caer la mano que he mojado, y con el rencor de los indios, a quienes por mi imprudencia van a sobrevenir grandes males. Una formidable nevazón caerá el próximo invierno, y si durante ella no mueren todos los habitantes de la toldería, tendrán que sufrir grandes penurias.

La vista de la botella y el misterioso fin con que he recogido el agua que contiene, da pábulo al insaciable espíritu supersticioso de la indiada. Indudablemente va a servir para algún maleficio, y este pensamiento tiene desveladas y llorosas a la mayoría de las mujeres, alarmadas con el augurio del viejo y el del daño que puedo hacerles yo, usando esa agua venenosa.

Ninguno de los tres grandes hechiceros tehuelches, Cuastro, Samell y Enrique el fueguino, está