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Festejamos la Noche Buena, reunidos todos en la isla, acompañados del capitán, recordando a los que estimamos.

En la tarde del veintiocho, decimos adiós a la goleta, que lleva a Buenos Aires las colecciones formadas durante los dos meses que han transcurrido desde mi salida de ese punto, y el anuncio de que pronto emprenderé la marcha hacia los Andes.

En las observaciones practicadas en estos días y las que he adquirido en épocas anteriores, puedo convencerme de la verdad de los párrafos siguientes de Musters, que reproduzco aquí, porque mis datos son el fiel reflejo de los suyos, y si los consignara podíaseme acusar de plagiario. Además, me anima el deseo de que la obra del valiente esplorador inglés sea más conocida por mis compatriotas.

«Fué un error singular el de los españoles en formar una población en el Puerto San Julián, descuidando las ventajas mayores que proporciona Santa Cruz. Las llanuras y las islas de este último presentan buenos terrenos pastosos y de labranza, lo mismo que asiento para un pueblo seguro contra las repentinas invasiones de los indios; por lo que respecta a la conveniencia para una estación de embarque, no hay comparación posible entre ambas localidades, porque los buques pueden vararse en Santa Cruz, en sitio resguardado, con la marea; en cuanto a la madera, en busca de la cual hizo Viedma su expedición, se encuentra en abundancia, ascendiendo el río».

Pero si Santa Cruz es más favorecida que otras regiones de Patagonia, no se deben hacer muchas ilusiones sobre los elementos de lucro que pueda suministrar. La precipitación puede arruinar a los que, sin preparación, se dirijan a este punto donde la labor que da resultado es dura y difícil.