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PUERTO DESEADO.—EXCURSION AL INTERIOR

Con una hermosa tarde y favorecidos por la fresca brisa del norte, nos alejamos del Chubut.

Al día siguiente, en la línea de la costa, paralela a nuestro rumbo, y más pintoresca que los inmensos murallones de la Península de Valdez, se diseñaron los innumerables picos eruptivos de Punta Atlas, Punta Tombo y del Puerto Santa Elena. Con los postreros rayos del sol, perdimos de vista la tierra, en este último punto, para tener, por todo horizonte, el inquieto Atlántico.


Diciembre 12.—En la noche del once al doce, la tormenta cruza rápida, estremeciendo el casco del pequeño buque, y los fuegos del mar rivalizan de nuevo con los del cielo; diríase que navegamos entre relámpagos, en el océano ardiente, y que la tempestad eléctrica, poco frecuente en estas latitudes, se desencadena en el agua y no en el aire, donde sólo refleja.


Diciembre 13.—Un magnífico tiempo nos reconcilia con el Golfo San Jorge, tan temido. La primera claridad del día alumbra las olas ya acalladas y pocas horas después divisamos la costa que limita por el sur al golfo, y en cuyo extremo se destacan los peñones del Cabo Tres Puntas. Así lo llamaron por tres promontorios de 60 metros de elevación, que afectan la forma cónica, desde alguna distancia y que son las avanzadas del continente.

A algunas millas se desliza serena la "Santa