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En esas colonias los pastos son excelentes, aunque duros, y el agua es escasa, pero cavando pozos hasta cruzar la capa de cascajo, espesa de 30 a 60 pies, se encontrará de muy buena calidad.

Esa es la mesa alta que se extiende desde Santa Cruz hasta Gregory Range, donde cae a pique, batida por las correntosas aguas del estrecho y es la que crucé en toda su extensión en mi viaje.

Al subirla, desde un poco más al NE. de Chikerrook-aiken, la vista se dilata por una extensión inmensa, bastante parecida a la pampa del sur de Buenos Aires, sin límites y sólo al SO. se ven azuladas y tenues las lejanas mesetas cercanas a la cordillera.

A medida que se adelanta hacia el sur, el terreno mejora, se penetra en algunos cañadones que hacen recordar las inmediaciones de las sierras del Tandil, y cruzando una quebrada transversal, pasando después los «Tres Chorrillos» preciosos manantiales de agua dulce, que se pierden en una laguna salada y en cuyos alrededores viven a veces los indios, se vuelve a subir a la meseta.

Así consecutivamente por entre lomadas suaves y lagunas saladas a las que acompañan casi siempre pozos dulces, se llega a Coy Inlet, punto extremo a que alcanzan las salinas verdaderas y que Darwin da como situado en las inmediaciones de San Julián, dos grados más al norte.

La vista de Coy Inlet, es pintoresca, es hoya de un río antiguo o quizá de un estrecho marino, que cruza de este a oeste. Sigue esa línea un arroyo tortuoso, entonces seco, que me indicó que no nace en las montañas nevadas por que era ese el tiempo de los deshielos, como lo había notado poco antes de las nacientes del Santa Cruz. En un ancho de dos leguas, tiene campos buenos para pastoreo, que aprovechan los indios en el punto llamado Uajen aiken.