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trado el análisis de sus lavas y sus vapores, y puede ser muy bien que las aguas de estos grandes y profundos lagos contribuyan a alimentar la actividad solfatárica del Pana y del que me ocupo y la aparición del geyser en el lago San Martín lo comprueban.

Mas al sur de los lagos, hay otros volcanes aún no estinguidos del todo. Musters dice que los indios que vivían Coy Inlet, se vieron envueltos una vez por una nube de humo negro denso que venía del oeste, y que los atemorizó sobre manera; dicho viajero cree que era el resultado de una erupción volcánica.

Como este volcan activo no ha sido mencionado por los navegantes ni viajeros y como el nombre de «Chalten» que le dan los indios, lo aplican ellos también a otras montañas, me permito llamarle «Volcán Fitz-Roy», como una muestra de la gratitud que los argentinos debemos a la memoria del sabio y enérgico almirante inglés, que dió a conocer a la ciencia geográfica las costas de la América Austral.

Marzo 3. - La noche ha sido cruda, pero el lecho blando entre el menudo cascajo y el tierno césped, que la humedad de las infiltraciones del lago hace brotar en la árida llanura. El agua ha salpicado con sus heladas gotas las abrigadas matas, y estas caricias de las olas que baten las piedras que nos sirven de almohadas, me despiertan de madrugada, haciendo que admire el inquieto descanso de este inmenso lago. Los chubascos se han sucedido sin cesar toda la noche, y apenas aclara distinguimos, cubiertos por la nieve, los cerros basálticos que cruzamos ayer. La aparición de la mañana calma la agitación de la atmósfera y podemos volver a observar el volcán «Fitz-Roy», dorado por el sol, humeando impasible, mientras en su base duermen pesadas y negras nubes.