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Doy a los indios un poco del aguardiente que he traído para las colecciones y tenemos fiesta. La madre de Losha, que goza de renombre como gran bebedora, no está contenta con la porción que le doy; incitada por el ardiente licor, quiere beber más; se pone frenética, me ofrece todas sus riquezas, y por último, para halagarme, pretende cederme, en matrimonio, a la novia de Juan! La fueguina Ast'elche, repelente en extremo, decide abandonar a su poco envidiado esposo Bera, pues quiere quedarse con nosotros,—tenemos aguardiente. Estas infernales brujas, repugnantes engendros, degradan la danza, saltando borrachas alrededor del brasilero, que en el paroxismo del terror, se ve rodeado por estas mujeres de caras pintadas de negro y de melenas desgreñadas.

La madre de Losha se empeña, luego que la borrachera va desapareciendo, en comprarme al brasilero;—lo considera apropiado para ayudar a llevar los toldos y ofrece tres yeguas por él. Es escusado decir que el infeliz cree posible la venta y que llora para que no lo esclavice. La fueguina me ha prometido mostrarme carbón de piedra en estos alrededores, pero por más que lo buscamos no lo hallamos. No se da cuenta del paraje donde se encuentra, y más bien creo que equivoca este lago con otro.

Febrero 24.—Temprano, al alba, despido a los indios; no quiero demorarlos porque no tenemos carne que comer desde ayer a la tarde y es imposible obtener caza, pues esta se ha alejado.—Llevan orden de hacer fuegos sobre los cerros para mostrarme el camino que debo seguir en la marcha que voy á emprender a la toldería.

El bote queda a cargo de Francisco Gómez, quien tiene orden de no moverse del punto donde se encuentra; le quedan provisiones abundantes, relativamente, para quince días.

Echamos la tropilla por delante y cruzamos el