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LLEGADA AL LAGO

Febrero 1.º Resolvemos continuar viaje a la madrugada. La inmensa vuelta hacia el sur no nos ofrece grandes probabilidades de adelantar mucho al oeste, lo que nos obliga a levantar campamento, antes de la hora ordinaria, para poder llegar a otra meseta, cuyos flancos se inclinan a cierta distancia, anunciándonos que allí corre el río, antes de torcer para formar la gran curva.

Al principio encontramos tropiezos, porque las piedras agitan demasiado el agua y además es necesario conocer la profundidad del río en este punto, para lo cual debemos cruzar a la otra orilla, largando la sonda en medio del cauce.

Concluída esta operación, dejo que la gente continúe con el bote, y emprendo la cruzada a pie para acortar camino y conocer ligeramente la llanura.

El aspecto de la comarca es bastante variado y las lomas no son planas, imitando mesetas, sino onduladas, como si hubieran sido levantadas por fuerzas internas, y forman bajos bastante pronunciados al llegar a la meseta alta que es coronada por el basalto negro.

Todo es más fértil; la vista del paisaje es más risueña y los pájaros más abundantes; los guanacos ascendiendo las pequeñas colinas retosan alegres, sin recelo del hombre que, a pie, cruza cercano, espantando bandadas de pechos colorados o de patos que se alimentan con la exquisita fruta del calafate. El río corre por el lado sur, pero las mesetas del norte se han aproximado más, siempre