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Recién a medio día nos movemos hoy. El camino por tierra es tan malo, hay tanta piedra, que los caballos han empezado a sufrir mucho. Antes de subir a la meseta había resuelto parar este día y dar descanso a la tropilla, pero he reconocido un pedazo del río y como veo que hay un pequeño trayecto inadecuado para hacer uso del caballo, decido que continuemos a pie para salvar irnos tres kilómetros de mal camino. A la tarde los hemos hecho, después de grandes esfuerzos; tenemos que emplear toda la cuerda que traemos y añadir cuarenta metros más de la que nos sirve para sondar, pues encontramos pequeños rápidos extremadamente correntosos, que nos obligan a llevar el bote alejado de la costa, y a remolcarlo por donde el agua desciende con mayor violencia.

Un refresco de Hesperidina de Bagley con agua y azúcar y dos galletitas del mismo fabricante, por hombre, es la recompensa que doy a toda la comitiva, que la recibe alegremente y olvida las fatigas de este día.

Hemos muerto dos gatos (Felis pajero). Este animal abunda mucho más en estas regiones que en la parte setentrional. En este punto no se encuentran pajonales como en las pampas, donde aquella especie tiene costumbre de vivir y cuyo nombre deriva de ellos, pero en cambio se esconde en los matorrales que le sirven de segura guarida. Es de mayor tamaño que el gato doméstico, pero menos que el montés; su cuerpo es más elegante y su pelaje difiere bastante; su fondo es blanco gris con manchas redondas, ovaladas, negras, bien pronunciadas, que le dan el aspecto de un pequeño leopardo; en la cola, las manchas se convierten en amarillas, que alternan entre el blanco y el negro, y lo mismo sucede con las piernas. Es una fiera pequeña, pero irascible de una manera asombrosa y cuesta mucho trabajo cazarla. Relativa-