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plearía haciéndolo directamente en el fuego. El medio entre asado y cocido, que producen las piedras, es excelente, y el jugo de la carne y la gordura deja un caldo substancioso que no se desperdicia jamás. Este mismo procedimiento se emplea en otros muchos animales, avestruces, guanacos pequeños, etc.

El descanso a la sombra de unos inciensos dura hasta las tres de la tarde. A esa hora continuamos y pasamos frente al paradero indígena de Amenkelk, que se encuentra a la entrada de una quebrada honda, fértil, donde se unen varias mesetas, formando un conjunto de cerros de apariencia bastante pintoresca. En este punto concluyen los Cerros Azules, y la pampa alta, que continúa hacia el estrecho se eleva en varios escalones bien pronunciados, pero tendidos. El río baña aquí la costa sur, formando grandes recodos a los cuales no llega la inundación. Las orillas son firmes; las matas poco numerosas, y el camino se hace esta tarde tan cómodo como ha sido engorroso en el trayecto verificado por la mañana.

A la entrada del sol, paramos en un pequeño desplayado, inmediato a una gran mata de incienso, donde hallamos algunos troncos cortados, hace muchos años; es el paradero de Fitz-Roy en el tercer día de su exploración, pero a la inversa de la noche cruel que esa inolvidable expedición pasó allí, nosotros, felices de haber hallado esos vestigios y gozando de una temperatura bien distinta de la del 21 de abril de 1834, cenamos y nos dormimos en santa paz.

Enero 17.— Los rumbos que hemos anotado hasta ahora concuerdan perfectamente con los de la expedición inglesa. Ponemos el mayor empeño en observarlos, y salvo detalles muy insignificantes, no podemos sino admirar la precisión asombrosa con que han sido dibujados. La marcha se