SOBRE FEMINISMO
directa ni indirecta su ideal, o mejor (más profun- damente, tal vez), no cree que el ideal sea la uni- versalización de un tipo de relaciones de familia, sino su predominancia.
Y si se le objeta que las posibilidades abiertas a la mujer que pudieran alejarla del amor y de la familia, estimulan una organización social des- viada, contestará expresando su confianza pre- cisamente en el sentimiento del amor y de la fa- milia como reguladores que impedirán en carác- ter de hecho general el forzamiento de la mujer en las actividades excesivamente pesadas de la lucha social, tendiendo los casos a quedar reducidos a los “de necesidades y a los de vocación.
Es cierto que esa persona no está segura de que la mujer pueda llegar a un grado de potencia men- tal tan grande como el hombre, en el orden de la creación intelectual. Quisiera creerlo, pero le cues- ta, porque ciertos hechos se lo dificultan. Pero de ello no saca ninguna consecuencia contraria a que se abran a la mujer todas las posibilidades para la actividad social, administrativa, civil, etc., pues la diferencia intelectual, en caso de existir, se mani- festaría sólo cuando se trata de la genialidad en su grado más alto; y el ejercicio de cualquiera de aquellas actividades prácticas no tiene que ver con la potencia intelectual en ese grado sumo.
A esta persona, los defensores corrientes del fe- minismo, con los cuales por su tendencia general
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