SOBRE FEMINISMO
“Nosotros somos los verdaderos feministas, los que no queremos hacer soportar a la mujer las cargas, las dificultades y las penurias del hom- bre, etc.”
Cuestiones de palabras, que vienen a complicar y a confundir las cuestiones reales.
Es mejor, pues, librarse de todos esos efectos de las palabras, completamente inútiles; para lo cual conviene:
Primero, distinguir y plantear claro cada pro- blema.
Y, segundo, tratar de opinar sobre él directa- mente, sin preocuparse del nombre de nuestra opi- nrón, ni de clasificaciones.
Así se llega a opiniones y sentimientos a que, en verdad, no se sabe muy bien a veces qué nom- bre dar,—ni cómo llamar al sujeto de esos estados de espíritu; pero que pueden ser, y que tienden a ser, más justos y razonables, y al mismo tiempo más humanos y más buenos, que los de los sec- tarios habituales de uno y otro bando.
Vamos a hacer una suposición: Supongamos una persona a quien conmueven honda, intensa- mente, los dolores y cargas que múltiples causas, desde fisiológicas hasta sociales, hacen pesar sobre la mujer, y que quisiera defender y realizar cuan- to tendiera realmente a aumentar y a asegurar más su felicidad y su dignidad.
Esa persona es, desde luego, sin duda, feminista
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