LUIS GIL SALGUERO
Vaz Ferreira, precisamente, el único pensador, aquí más hondo que Nietzsche, que ha planteado el problema de la sabiduría ética y religiosa, sin confundir las exigencias ideales de un conocer in- definido que estarían garantidas por la inmortali- dad, con el fragmentario y pobre conocer real, de una razón humana y limitada. Si su pensamiento, si su concepción de la existencia, a medida que ha ido avanzando en la vida, se ha llenado de repre- sentaciones concretas, como las del dolor y de la muerte, ha sido p' ecisamente por sinceridad y va- lor y resistencia ante el misterio: sincero hasta con sus esperanzas. En una concepción así, el mis- terio es un elemento constitutivo de la razón; la agudeza misteriosa, origina también el pensar fi- losófico. La ontología y la ética, estaban implica- das; pero lo que se ha aprendido en el dominio de la primera, no puede proyectarse hacia el plano de lo invisible.
Puede sustentar el idealismo sus principios fun- damentales en una aprehensión del ser y falsear, sin embargo, las perspectivas del saber, de índole especulativa y práctica.
Si las ontologías y las afirmaciones categóricas de la plena objetividad de la razón e impersonali- dad de la ciencia, han podido ser objeto de teoriza- ciones insistentes (el hecho ocurre ante nuestros ojos) la causa de ello deberá buscarse en la crecien- te expansión del idealismo. Una experiencia teme-
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