SOBRE FEMINISMO
Y a eso vamos; pero hay que empezar por com- prender.
Ese instinto de dureza tiene que ser sustituído; pero sustituído por algo, y por algo superior, y tan eficaz o más eficaz.
Hasta ahora ha sido la tendencia. Ahora hay que superarla.
Si cualquier especie animal, y volvemos a nues- tro ejemplo, evolucionara y adquiriera instintos y sentimientos, habría también tres planos:
En el primer plano, tendería a dar a su organi- zación (de base biológica) un carácter moral, y hasta religioso: probablemente, la matanza de los machos, en las abejas, y el enclaustramiento de la reina y el trabajo continua de las obreras, probablemente todo eso tendría hasta un carácter ritual.
Después, eso sería condenado y superado, por lo menos en los sentimientos: se discutiría sobre lo que, de esa organización biológica, pudiera o no ser necesario, irreemplazable, inevitable; pero ya psicológicamente—en sentimientos y en ideolo- gía—la especie se elevaría sobre todo ese horror. Segundo plano.
Pero aquella especie haría algo más: buscaría, y haría bien en buscar, alguna organización mejor.
¿Hay alguna mejor que la nuestra? ¿Podemos arreglar las injusticias fisiológicas, o sólo en par- te compensar, en lo posible; y cómo?
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