LUIS GIL SALGUERO
zarán las perspectivas ideales, para que las “exi- gencias de comprensión y de progreso”, puedan sa- tisfacernos. Se llena así el mundo de perspectivas falsas, sin importar, no obstante, un conocer de lo verdadero. El pasado, pasado de muerte, se re- suelve como saber efectivo; el hecho nuevo como esperanza de avance en lo desconocido. Si a la pri- mera clase de pensadores, aparece el mundo como unitario, es precisamente, porque la razón, por una operación previa innominada, ha borrado lo vago, lo confuso, atraída por los efectos visibles. Todas las apreciaciones de lo real, en este caso, serán indirectas, porque las exigencias ideales de racio- nalidad se han impuesto a lo real, allí donde lo real y lo racional, debieron compenetrarse en un es- trecho abrazo. Y ocurrirá entonces que lo relati- vamente superior de las almas, se ha cumplido más allá del punto en que las causas y los efectos eran posibles y previsibles, y en una hondura descono- cida.
Los pensadores que han descubierto esto, han proclamado insistentemente la imposibilidad de to- do saber, el fracaso de todas las formulaciones y de todas las organizaciones de la experiencia; el fracaso, la imposibilidad de que la razón penetre en lo real y la necesidad de instrumentos más de- licados del conocer. Saben, que el único trabajo secreto, escondido y evidente, es el de la muerte. Los filósofos trágicos, derivan precisamente sus
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