SOBRE FEMINISMO
ordinariamente no entienden) es que no hay que sacrificar ninguno de los dos casos. Toda mujer debe estar preparada, además de la educación ge- neral, por lo menos con un principio de especiali- zación, pues ninguna está segura de poder llegar a realizar el ideal de unión; sin contar con que a algunas no las llamarán al matrimonio sus ideales, o sus gustos... o sus hormonas. No debe haber casos sacrificados, aunque el mejor haya de pre- dominar.
Ese es el verdadero espíritu en que todo ser sen- sato y humano tiene que ser partidario de abrir las profesiones, carreras y empleos a la mujer.
Y esa es la organización menos mala: la que mejor o menos mal satisface a la razón y al sen- timiento; la menos dura y la menos cerrada; la que atiende más diversos casos, sin afectar el ideal y haciendo predominar el caso general prefe- rible; la que contiene más posibilidades: libre y fermental.
No quiero pasar a otro asunto sin establecer que preveo, y siento más que nadie, una observa- ción posible:
En las clases pobres, se dirá, el ejercicio por la mujer de las profesiones del hombre, que en este caso tienden a ser materiales y groseras, es de- masiado penoso; y ahí sí, también, daña además lo físico, y masculiniza y afea, y asexúa...
Todo completamente verdad.
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