CARLOS VAZ FERREIRA
son los conejos, los cobayos, las ratas, en que la diferenciación sexual es mínima.
Eso es, pues, poco sólido. Ahora, aunque no fue- ra afectada la reproducción, sí podrían ser afecta- das la salud y la estética con todo lo que ella re- presenta. Pero no había de ser por la educación física bien entendida.
La educación física bien entendida, esto es en- tendida con el ideal de órganos sanos y capaci- dades generales para actos naturales y trabajos de la vida, los únicos “caracteres distintivos” que tendería a suprimir, serían los patológicos: los desequilibrios secretorios con sus acúmulos, la adi- posidad, la pobreza muscular, que no son por cier- to rasgos de buena belleza.
Bien; dejando esta disquisición preliminar, en- tremos al tema primario: el de la educación espi- ritual de las mujeres.
El concepto ideal ha de tener un doble alcance: Una educación amplia, de caracter general, cul- tural, que: primero, sirva, en sí misma, para rea- lizar en las condiciones más elevadas, y para digni- ficar, la unión monógoma ideal, en su caso; y, además, como base de ampliaciones y en su ca- so de especializaciones para las que no pueden o no quieran realizarla, o no sean felices en ella, o, dentro de ella, necesiten o gusten ir más allá.
Es un doble concepto: educación general buena en sí misma, y buena como base de una comple-
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