UNA TRADUCCIÓN DEL QUIJOTE.
NOVELA ORIGINAL.
PARTE TERCERA.
I.
«¿Qué tiene la Princesita Lucko, por qué está tan pálida y tan triste?»
«¿Padece alguna enfermedad?»
«¿Por qué siendo tan entusiasta por la música, va tan raras veces á la ópera y se retira tan pronto del teatro?
«¿Estará enamorada?»
Su primo el Barón de Pratasoff, no obstante su fatuidad, se queja de sus desdenes.
— La Princesa es nerviosa: influirá en ella el tiempo espantoso que hace. El Neva se ha helado con tal consistencia, que podría sostener sobre su superficie la catedral de Kazan.
Estas y otras frases, referentes á la Princesa, añadidas y comentadas de mil modos, dejábanse oir en los círculos elegántes de San Petersburgo.
El Príncipe de Lucko pensaba también:
¿Qué tendrá mi hija?
Y todos se admiraban de la rápida mutación del carácter de la Princesa: ántes tan alegre, tan risueña, tan expansiva; al presente tan ensimismada, tan retraida, tan deseosa de soledad.
Un dia la Princesa, á quien su padre observaba con inquieta solicitud, acariciando sus blancas y pálidas manos, dijo.